En este post me gustaría invitarte a reflexionar sobre por qué como mujer te cuesta tanto pensar en ti misma y decir NO cuando lo necesitas. Y sobre el coste que esto tiene en tu salud y bienestar.

Mi experiencia personal con el decir NO

Quiero comenzar este post contándote mi experiencia personal con este tema porque creo que es importante compartir nuestras vivencias entre nosotras. Es probable que aunque tu experiencia haya sido diferente, al leerlo, en algún punto te sientas identificada y te ayude a conectar con cómo vives tú este tema tan importante para tu vida.

Poco a poco, observando cómo me he comportado y actúo en mi vida, me he dado cuenta de que desde que nací fui programada para complacer y agradar. Durante muchos años este mandato condicionó mi manera de ser y estar en el mundo y cada vez que no cumplía con él, alguien, a través del enfado, el castigo, el desprecio, la desvalorización, etc., se encargaba de recordarme que eso no era correcto y que así no podía comportarme. De esa manera aprendí e interioricé que si quería que la gente me quisiera no podía pensar en mí, en lo que necesitaba para cuidarme y permitirme decir NO cuando lo necesitase.

Y así fue como durante mucho tiempo, puse mi energía en cumplir con ese rol para ser aceptada, querida y poder sentirme bien conmigo misma. Hasta que llegó un momento en el que todo ese esfuerzo puesto en complacer me pasó factura. Gracias al apoyo de una psicóloga pude tomar consciencia de que al comportarme así estaba arrasando conmigo misma y con lo que yo necesitaba. Me di cuenta de ello cuando tenía más o menos 25 años, así que estuve 25 años olvidándome totalmente de mí y de mis necesidades.

A partir de aquí comencé a decir NO cuando lo necesitaba, y la verdad que no fue nada fácil. A la gente de mí alrededor, sobre todo a mis seres más queridos, no les gustaba esa Jane y reclamaban la Jane complaciente que siempre les decía que sí a todo. A día de hoy algunas de esas personas me han aceptado tal y como soy y otras no.

Siendo sincera, decir NO, ahora que tengo 37 años, me sigue resultando complicado. Me cuesta lidiar con el conflicto que genera, sigo teniendo miedo a no ser aceptada, a que me dejen de querer, etc., y me sigue invadiendo la culpa. Esto me sucede sobre todo con las personas a las que más quiero. Aunque todo esto se siga moviendo en mi interior cuando pongo este límite, cada vez tiene menos fuerza y me condiciona menos. Ahora lo que sí que tengo claro es que me doy el permiso de decir NO porque quiero pensar en mí y me quiero cuidar y estar segura de esto me da mucha tranquilidad. Además estoy convencida de que de esta manera además de cuidarme estoy cuidando a las demás personas.

¿Por qué nos cuesta tanto decir NO a las mujeres?

A lo largo de nuestra vida se nos presentan muchas situaciones en las que damos mucho más de lo que realmente deseamos o podemos. Las mujeres somos especialistas en esto y no porque sea algo que elijamos o deseemos sino porque desde bien pequeñas hemos sido educadas para agradar y complacer. Es algo que hacemos sin darnos cuenta, que nos sale de una manera espontánea porque hemos interiorizado que ese es el modo correcto de comportarnos y que así vamos a ser aceptadas y queridas.

Cuando nos atrevemos a decir NO y rompemos con la imagen de buenas y complacientes que tanto nos ha costado cultivar nos sentimos mal con nosotras mismas y nos entra una gran culpa. No sabemos cómo lidiar con estos sentimientos ni con el conflicto que se genera en nuestro entorno, el cual se encarga de recordarnos una y otra vez que así no debemos comportarnos.

Pasamos gran parte de nuestra vida complaciendo y olvidándonos de qué necesitamos nosotras para cuidarnos y vivir con bienestar. De alguna manera es como si arrasásemos con nuestro bienestar por cuidar de las demás personas: hijas/os, pareja, hermanas/os, amigas/os, madres, padres, abuelas/os, etc.

Es tal nuestro papel de cuidadoras que muchas veces nos adelantamos a las necesidades de las otras personas y hacemos cosas por ellas sin que nos lo pidan. Estamos entrenadas en suponer qué es lo que necesitan y ofrecérselo. Por ejemplo: ¿Cuántas veces has hecho algo por alguien y después te ha dicho que no te había pedido que hiciera eso por él/ella? En la infancia esto es totalmente necesario porque las/os niñas/os son dependientes y necesitan de nuestro cuidado para sobrevivir pero en la adultez ya no hace falta. En realidad, es mucho más saludable que cada persona se encargue de sí misma y se haga responsable de cubrir sus propias necesidades.

El coste que te genera no decir NO

Priorizar las necesidades de otra gente por encima de las tuyas, estando siempre disponible, diciendo a todo lo que te piden que sí, genera un coste importante en tu salud física y mental.

Cuando estás 100% disponible para las demás personas es imposible que puedas atenderte y cuidarte

Decir NO cuando lo desees es un regalo que te mereces y necesitas para poder atender a tus necesidades y vivir a gusto.

Espero que el post te haya servido para reflexionar sobre tu papel de mujer complaciente y te invito a compartir tus vivencias dejando un comentario. En el próximo artículo continuaré profundizando en el tema contándote en qué puede ayudarte decir NO y te daré algunos consejos para que, si lo deseas, puedas comenzar a hacerlo cuidándote.

Soy totalmente consciente de la dificultad que tiene observar estas cosas en una misma y comenzar a priorizarse. Por ello te animo a que si te apetece indagar sobre el tema contactes conmigo y estaré encantada en acompañarte en este camino 🙂

Un abrazo,

Jane

Ir al contenido